E n esta época de tantas seguridades vivimos sin embargo
rodeados por la conciencia cada vez más viva del riesgo. La inquietante
amenaza del H1N1 que nos trae la gripe A parece que va a proscribir el
uso social del beso entre nosotros. Lo cual, a mi juicio, es una pena.
El beso es un antiquísimo y extendido uso social, además
de ser, cuando es intenso e íntimo, un juego sexual. Nuestro padre Freud
dictaminó que el beso erótico es nada menos que un intento inconsciente
de volver a la seguridad del pecho materno (elemental querido Sigmund).
El beso en la mejilla, o en la manos, se ha usado desde
tiempo inmemorial como gesto de bienvenida y de despedida; el Beso de la
Paz aparece expresamente en el Nuevo Testamento; besos de respeto se
dan sobre la Torah cuando ésta es introducida en la sinagoga; en los
templos cristianos, cuando se lee la Biblia, se besan las reliquias; en
las iglesias ortodoxas es común el beso de los iconos, así como en otros
contextos se besan estatuas, o a los líderes, como signo de lealtad. Se
besan los dados en el casino para pedirles suerte, y es común el beso
en los cuentos de hadas como fuerza curativa con capacidad para romper
encantamientos como en la Bella Durmiente, o también como símbolo de
protección como en la leyenda del Anillo de los Nibelungos. Incluso en
la masonería el beso fraternal es también un acto lleno de significado:
está asociado a la paz. En el siglo XVII se escribió el trabajo más
extenso sobre el beso, 'Opus Polyhistoricum (...) de Osculis (...)', del
autor germano Martin von Kempe (1642-83), que reunió en su obra de
1.040 apretadas páginas citas y referencias de todo tipo sobre la
costumbre y el significado del beso desde los autores clásicos
greco-romanos, la Biblia y todas las referencias legales y médicas que
pudo encontrar catalogando más de 20 formas de besos todas ellas
profusamente documentadas.
Desde luego, también el beso tiene su lado oscuro. Existe
el beso de la Mafia que puede significar reconocimiento y también
muerte, el beso de Judas que significa traición, el beso de Satán que
significa condenación eterna.
Parece que algunos estudios zoológicos han acreditado
también el uso del beso entre cierto tipo de monos, los bonobos, una
rama de la familia de los chimpancés que usan constantemente el beso
como una estrategia para la reducción de las tensiones, para
tranquilizarse mutuamente y reducir cualquier temor o tensión
competitiva. A través del beso social detectamos ¿la vibración de
amistad?, ¿superioridad?, ¿igualdad? Confianza.
El beso ritualizado entre nosotros tiene un valor
simbólico pero conserva también una resonancia afectiva y
psicobiológica, más o menos remota, asociada al poder de vinculación de
la intimidad, al simple placer del contacto, a los condicionamientos
individuales, a las fantasías inconscientes y al valor social que se le
otorga en diferentes sociedades.
Sin embargo, el uso social del beso no es universal,
curiosamente no es tradicional en las culturas subsaharianas, asiáticas o
polinesias y si se ha introducido en ciertos niveles es por influencia
occidental.
En los países islámicos no es admisible el beso entre
personas de distinto sexo que no estén unidas por matrimonio o por
vínculos familiares de sangre, pero sí se admite el beso en la mejilla
como señal de saludo entre personas del mismo sexo.
Entre nosotros, sin embargo existen diferentes protocolos
sociales respecto del beso. En Francia es habitual el triple beso como
señal de salutación incluso entre hombres -los anglosajones prefieren
'shaking hands'-; en los países eslavos se admite incluso el beso en los
labios entre varones -muchos recordaremos la imagen, entre terrible y
cómica, de Leonidas Breznev y el camarada Honecker besándose en los
labios con motivo de alguna conferencia internacional-; en los demás
países el beso entre hombres no es socialmente admitido salvo entre
padres e hijos o parientes muy próximos y desde luego siempre en la
mejilla.
El beso es un gesto de paz y no andamos sobrados de
gestos de paz para renunciar a ninguno. ¿Por qué hace falta hacer
constantemente gestos de paz? Precisamente porque la paz nunca está dada
de una vez y para siempre, la tendencia natural de las relaciones
humanas conlleva una deriva hacia la distancia, el equívoco y la
tensión. Si por razones higiénico-sanitarias y por culpa de la gripe A
nos vemos obligados a limitar el uso del beso tendremos que encontrar
otra forma de gestualizar nuestros deseos de paz, nuestro afecto y los
vínculos de solidaridad con los que nos identificamos.
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